Un poquito de compasión: la clave para pasar mejor la crisis del coronavius


Un poquito de compasión: la clave para pasar mejor la crisis del coronavius, según los expertos

No hablamos de compasión como pena o lástima; sentimientos que en nuestra tradición judeocristiana vienen asociados a la idea de superioridad (de la persona que siente compasión sobre la que se ejerce la compasión). Publicidad

Hablamos de la compasión tal y como la entiende la psicología: como el sentimiento de conexión con los demás que surge al presenciar el sufrimiento de otra persona o el nuestro y que conlleva siempre el deseo de ayudar. Es importante hacer esta distinción ya que a pesar de que la propia RAE ha cambiado su definición de este sentimiento, en nuestro ADN, el concepto de compasión todavía sigue muy vinculado con esa idea de lástima y de superioridad.

Compasión no es lo mismo que lástima

Para comprender todo lo que explicó sobre compasión y autocompasión Javier García Campayo en su intervención durante el World Happiness Fest, es necesario tener clara esta diferencia: compasión no es lo mismo que lástima.

La compasión de la que hablamos, tendría, según el experto en mindfulness y compasión, dos partes:
En primer lugar, necesitamos tener una sensibilidad al sufrimiento (de los demás y nuestro) que sería lo que conocemos como la empatía.
Pero para que haya compasión debe darse un segundo componente que sería el compromiso de aliviar en lo que se pueda ese sufrimiento (del otro o nuestro). Publicidad

“Este segundo componente, explica Campayo, es el que hace que la empatía sea soportable…porque la empatía, sin ese impulso de alivio nos puede conducir a las situaciones de burnout, que sufren muchas personas, como profesiones de servicio, en las que se queman profesionalmente porque la empatía les lleva a contagiarse del sufrimiento del otro hasta tal punto que este acaba sobrepasándoles y se quedan sin recursos para ayudar al otro”.

La autocompasión en la crisis del coronavirus

Campayo explica que la compasión y en especial la autocompasión es una herramienta que nos puede ayudar mucho a sobrellevar mejor la crisis del coronavirus porque nos permite reinterpretar el sufrimiento derivado de cualquier situación complicada que atravesemos. Enseguida verán por qué y cómo.

Imaginemos que Alicia está viviendo la crisis del coronavirus como una auténtica pesadilla. Desde hace una semana intenta mantener el mismo ritmo de trabajo, pero desde casa. A eso debe sumar que tiene tres hijos en edad escolar y estos tienen que mantener sus rutinas con un montón de tareas que van mandando desde la plataforma del colegio a diario. Su marido sigue yendo a la oficina porque su trabajo le impide teletrabajar. Alicia tiene una persona que le ayuda con las tareas de casa tres días por semana. Pero ella se siente desbordada por la situación.

No es por el hecho de no poder salir de casa porque no tiene ni tiempo para pensar en eso; es más bien por el hecho de sentir que sus días no están estructurados, que desde que se levanta hasta que se acuesta está todo mezclado. Mientras atiende una llamada del trabajo, pone una lavadora o ayuda su hijo pequeño con las sumas y restas o cambia por enésima vez al cartucho de tinta de la impresora o vigila las lentejas que tiene en el fuego.

Alicia tampoco comprende el bombardeo de wasps al que está sometida y eso le hace sentirse más amargada. Ha decidido silenciar el móvil porque tiene comprobado que la mayoría de los mensajes que le llegan son nuevas ideas y sugerencias de cosas que se pueden hacer para no aburrirse estos días: que si visita virtual al museo tal, que si todos los libros de la biblioteca cual disponible…. “Pero…¿ de verdad que le gente tiene tiempo de aburrirse?” -se pregunta iracunda.

En definitiva, podríamos resumir la situación diciendo que Alicia está sufriendo porque se siente sobrecargada de tareas.

Pasos para cultivar la autocompasión

Veamos cómo podría Alicia aplicarse un poco de autocompasión estos días y qué efectos tendría esto en su bienestar.

Como decía, sentir autocompasión no tiene nada que ver con lamentarse de las circunstancias y ahogarse en la emocionalidad negativa de una situación complicada.
La autocompasión es más bien una invitación a la acción, a hacer algo para aliviar el sufrimiento.

Así que el primer paso sería el de darnos cuenta de que estamos sufriendo y aceptarlo. Si nos fijamos en el caso de Alicia,en el fondo ella está todo el tiempo resistiendo. En vez de asumir que está viviendo una situación excepcional ella está todo el rato queriendo que las cosas sean como siempre: trabajar al mismo ritmo, que sus hijos no pierdan comban en el colegio, que estén bien alimentados, que la casa esté impecable.

El momento en que Alicia tome conciencia de que parte de su sufrimiento es porque no está aceptando la situación de excepcionalidad, es cuando puede empezar con el trabajo de autocompasión. Esto no significa que tenga que dejar de sufrir, significa simplemente que tiene que ser consciente de ese sufrimiento e integrarlo como parte de la situación que estamos viviendo. Recordemos en este punto que Alicia está sufriendo porque siente que no llega a todo.

La autocompasión nos permite ser mucho más comprensivos con nosotros mismos y no caer en el sentimiento de culpa (J.G.Campayo)

El segundo paso, sería tomar conciencia de que el sufrimiento no es algo exclusivo suyo, sino que es algo propio de todos los seres humanos y que en estos momentos hay muchas otras personas que están sufriendo por lo mismo que ella. Este es el sentimiento de humanidad compartida. Tener claro que este sufrimiento no es algo exclusivamente suyo, que lo normal es que las personas sufran cuando tratan de hacer las cosas por encima de sus posibilidades reales.

El tercer paso sería el de tomar conciencia de qué es lo que necesitaría para sentirse mejor en este momento. En esta toma de conciencia es posible que Alicia se diera cuenta de que su nivel de autoexigencia y de autocrítica está siendo demasiado alto.

– “La autocompasión, explica Campayo, nos permite ser mucho más comprensivos con nosotros mismos y no caer en el sentimiento de culpa. Además, añade, las personas autocríticas no son necesariamente mas eficaces, por el contrario, son menos felices, porque esa autocrítica continua es muy destructiva. En occidente existe una gran dificultad para la autocompasión. Hacia los demás parece más fácil, pero hacia nosotros mismos no estamos tan acostumbrados y esta debería ser en ambas direcciones”.

Por eso, a Alicia le podría servir pensar en qué palabras le diría a una amiga que estuviera pasando por lo mismo que ella para ayudarla. Es posible que le dijera de manera cariñosa frases como “es normal que te sientas así de desbordada, no te machaques si sientes que no llegas, esto es una situación temporal, las cosas volverán a la normalidad enseguida, te deseo que estés bien y que puedas estar tranquila…”

Los efectos de la autocompasión

Con el ejemplo de Alicia podemos hacernos una idea de los mecanismos sobre los que actúa la autocompasión:

Disminuye la autocrítica: ser críticos con nosotros mismos va asociado a un mayor sufrimiento y no mejora la eficacia. “Las personas que son autocompasivas, explica Campayo, tienden a describirse a sí mismas en plural, como, nosotros, los seres humanos. Pero las personas autocríticas piensan que las cosas pasan porque ellas son de determinada manera y de ahí nace el sentimiento de culpa. las personas autocompasivas son conscientes de que su sufrimiento no tiene que ver con un problema suyo sino con algo que es propio de toda la humanidad”.

La autocompasión va a hacer que Alicia se dé permiso para no ser tan productiva como sería en circunstancias normales. Su nivel de autoexigencia y autocrítica por no cumplir con sus propias expectativas bajará y eso va a repercutir en su bienestar.

Disminuye la rumiación: esto es una consecuencia de lo anterior. Nuestro dialogo interno está constantemente dando vueltas a cosas negativas que generalmente no tienen solución y ese proceso de rumiación es en sí mismo muy destructivo. Pero pensemos que si Alicia ha dejado de ver como algo negativo el hecho de ser menos productiva durante la crisis del coronavirus, este hecho dejará de ser un pensamiento recurrente, por lo tanto, disminuirá la rumiación y el malestar que esta produce.

Poder parar y decidir qué es lo importante en la vida es un lujo, y esto nos lo va a permitir el coronaviurs (J.G.Campayo)

-Nos permite centrarnos en lo positivo: la autocompasión, “en vez de centrarnos en la parte negativa de las cosas que suceden nos permite reinterpretarlas como forma de crecimiento y ver los aspectos positivos de todo lo bueno que esa situación me ha traído. En la crisis del coronavirus, los aspectos negativos son evidentes, pero también va a haber aspectos positivos porque esta situación nos va a permitir parar, darnos cuenta de lo que es importante. En este mundo que va tan deprisa, poder parar y decidir qué es lo importante en la vida, es un lujo, y esto nos lo va a permitir el coronaviurs”. Quizás Alicia pueda aprender mucho de esta situación…tal vez el simple hecho de haberse dado cuenta de esa tendencia suya a la autoexigencia (de la que antes no era consciente) sea el mayor regalo que le ha traído el coronavirus. Porque ese es un aprendizaje que quedará para todo la vida.

-Nos permite regular mejor las emociones negativas: la autocompasión facilita que no estemos enganchados y secuestrados por emociones incómodas de forma continua. En el caso de Alicia, el ser más compasiva y comprensiva consigo misma quizás le permita ver la crisis del coronavirus como lo que es: una situación que no solo le afecta a ella sino que está afectando y de manera mucho peor a otras personas. Estos pensamientos pueden hacerle conectar con otros sentimientos como la gratitud o la compasión hacia las personas que están sufriendo de manera directa la crisis, como los enfermos, sus familiares, los médicos y personal sanitarios etc.

De modo que, como explica Campayo, “la compasión es muy eficaz porque aumenta la satisfacción con la vida, la sensación de felicidad y el bienestar psicológico”. Además, la autocompasión se asocia a diferentes fortalezas, por ejemplo, a la inteligencia emocional, a la satisfacción con la vida, los sentimientos de conexión con otras personas y el incremento del sentido de la vida… y esto último es algo en lo que Javier García Campayo suele insistir y que repitió también en su intervención en el World Happiness Fest “Tener un sentido, un propósito en la vida es un elemento imprescindible para la felicidad”.

Fuente: https://www.niusdiario.es/salud-y-bienestar/coaching/compasion-clave-pasar-crisis-coronavirus_18_2916645211.html?fbclid=IwAR1GYr1SnEo-f4se9TLFYNt77aCHMVdMvv_1YTNJnckVe1GZIowsUWN7TK4

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