¿Qué les ocurre a los niños con TDAH cuando se hacen adultos? 1


Los estudios han mostrado que los síntomas tienden a declinar a lo largo del tiempo, pero persisten en el 40% o 50 % de los afectados. Su diagnóstico y tratamiento puede ser decisivo.

El TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) es probablemente el problema de salud mental más sujeto a controversia, a veces airada y plagada de acusaciones morales desde sus polos extremos. Hay quien, apoyándose en la inexistencia —a día de hoy— de un marcador biológico, aboga por considerarlo un invento, un simple producto de intereses comerciales. También hay quien etiqueta de TDAH cualquier mal comportamiento en clase, bajo rendimiento escolar o conducta disruptiva. En este campo, para ser de alguna ayuda a los pacientes y sus familias, convendrá ser cauteloso, analizar aquello que se parezca más a la evidencia científica y evitar discursos ideologizados y “en posesión de la verdad”.

Lo que sabemos es que hay algunos niños que no paran, que parecen impulsados por un motor interno que les hace correr, saltar, retorcerse en la silla, hablar mucho y a veces a destiempo (el grupo de la inquietud y la hiperactividad). Otros —y a veces los mismos— son muy impulsivos, les cuesta inhibir lo que les pasa por la cabeza, se aburren con cualquier tarea e interrumpen constantemente las conversaciones (los padres se desesperan). Finalmente, en otros destaca la inatención: se distraen ante el mínimo estímulo, tienen despistes, olvidos, dejan las cosas a medias, parecen no escuchar cuando se les habla y tienen la mente “en otra parte”.

Todo apunta a que debemos conocer que los síntomas agrupados en la infancia como TDAH persisten en un amplio porcentaje de pacientes; que su presentación se transforma en la vida adulta, simulando un trastorno límite o antisocial de la personalidad, con frecuente abuso de tóxicos y muchos problemas personales, sociales y legales. Quizá sea buena idea, ante adultos con los problemas mencionados, preguntarles cómo fueron de niños, qué dificultades tuvieron en el día a día, si tenían poca atención o no paraban quietos o si un orientador les habló de un posible TDAH. No se suele hacer. La vida de estas personas va dando tumbos y la sociedad tiende a interpretar su conducta como desorden moral. Recuerdo una entrevista con el brillante psiquiatra Luis Rojas Marcos en la que reveló haber sido diagnosticado de TDAH: “Llegué a pensar que era un niño malo”, dijo.

Conocer los problemas de salud mental puede ayudar a comprender conductas anómalas, buscar adaptaciones y ayudas, incidir positivamente en el itinerario vital de las personas. Por supuesto que no explicará la inmensa mayoría de las acciones humanas, a veces tan desconcertantes e imprevisibles. Pero nos puede aportar alguna luz. Seamos optimistas, este año se creó por fin en España la especialidad de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia, ha crecido en la población la percepción de la salud mental como problema sanitario y social, parece existir cierto consenso político (¡milagro!) en abordar el tema del suicidio con seriedad y determinación. Ojalá.

Fuente: https://elpais.com/salud-y-bienestar/2023-01-07/que-les-ocurre-a-los-ninos-con-tdah-cuando-se-hacen-adultos.html#?rel=lom


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