Los niños con mayor inteligencia emocional son más felices


niños-felices

La educación emocional es un concepto que ha ganado mucho terreno en la educación en los últimos años, pero los padres, las familias y los docentes aún tienen algunas dudas sobre cómo ponerla en práctica. En este artículo intentamos dar respuesta a todas tus dudas sobre la educación emocional en la etapa infantil.

En general, se definen las emociones como una respuesta física del organismo a estímulos, que se identifican con placer, dolor, miedo, peligro…

La mayoría están causadas, o bien por un evento externo (como por ejemplo una amenaza para nuestra integridad física) o bien por la conjunción de un evento interno y otro externo (por ejemplo, que el cuerpo manifieste hambre y que, a la vez, no se encuentre alimento). Se trata de respuestas neuronales inconscientes y naturales.

Una vez definidas las emociones, puede darse un paso más allá e intentar entender qué es la inteligencia emocional. El ser humano, gracias a la corteza cerebral, es capaz de racionalizar esas emociones, ser consciente de ellas y analizarlas, contrariamente a lo que sucede con otras especies. Así, dejan de ser meros mecanismos orientados a la supervivencia.

Los cuatro pasos de la inteligencia emocional

De acuerdo con las teorías más recientes, la inteligencia emocional es la manifestación de estos cuatro pasos:

  1. Percepción emocional. Las emociones son percibidas, identificadas y valoradas por la consciencia. Ello incluye la capacidad para expresarlas.
  2. Facilitación emocional del pensamiento. El estado emocional ayuda a dirigir la atención hacia la información importante, actuando como una guía para el pensamiento.
  3. Comprensión emocional. Se trata del paso en el cual comprendemos y analizamos las emociones de un modo más racional, atribuyéndoles un motivo.
  4. Regulación emocional. Se trata de una habilidad que debe entrenarse. Permitirá controlar una emoción, distanciarse de ella y, a la larga, establecer una jerarquía donde las positivas manden por encima de las negativas.

En el último paso es donde entra en juego la educación emocional, ya que para desarrollarse necesita las llamadas “competencias emocionales”. Entre otras cosas, estas nos permitirán asimilar y comprender también las emociones de los demás, y en definitiva, vivir mejor con uno mismo y con el resto de la sociedad.

Las competencias emocionales son todas y cada una de las distintas habilidades comprendidas dentro del concepto de inteligencia emocional: empatía, sociabilidad, autocontrol… Son, por tanto, algo que puede adquirirse, entrenarse y desarrollarse, siendo consciente de cada una de las emociones y trabajando cada una de ellas en los contextos en que se produce. Para transmitirlas a los niños es esencial la familia, pero también el trabajo en el aula, hablando con frecuencia sobre ellas y analizándolas juntos. También es importante que comprendan su importancia.

Las emociones empujan a vivir, disponen de su propio lenguaje y pueden potenciar el conocimiento, aunque también pueden entorpecerlo. Además, según las últimas investigaciones, están en la base de la mayoría de las decisiones humanas. Por eso la educación emocional se convierte en un elemento necesario desde la infancia. Los expertos están de acuerdo en que el mejor medio para iniciarse en ella, para los niños, es el juego. Jugar ofrece al niño habilidades y capacidades nuevas, y además le motivan a aprender.

Cinco claves esenciales de la educación emocional

  1. No despreciar nunca las emociones. Por mucho que la racionalidad parezca sobreponerse, en la base de las decisiones humanas se halla siempre una emoción, y todas son legítimas.
  2. Alimentar las emociones. La curiosidad, estar constantemente recibiendo estímulos y no dejarse vencer por la rutina son buenas guías para lograr ese objetivo.
  3. Practicar la empatía. Saber ponerse en la piel de los demás es fundamental para una competencia emocional completa.
  4. Aprender a usar las emociones. Sean de la naturaleza que sean, empleándolas a nuestro favor podemos lograr una mayor inteligencia, una mejor predisposición para atajar los problemas, más comprensión hacia los demás y, finalmente, un mayor bienestar.
  5. Receta esencial para la prevención. Una persona con buenas competencias emocionales puede evitar mejor las adicciones, mejora su rendimiento académico, tiene mayor autoestima y reduce mucho los niveles de estrés y depresión.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.