“Fracaso” de los superdotados ¿Por qué?


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Casi todo el mundo piensa que los superdotados son genios brillantes que destacan en la vida de forma espectacular y que se pueden detectar por sus éxitos. Por ejemplo, se supone que si un niño es superdotado, debe ser el mejor de la clase, tener una creatividad desbordante y dejarnos a todos maravillados. Y los adultos… muchos piensan de sí mismos que no pueden ser superdotados porque, si lo fueran, serían genios triunfadores.

Pero ser superdotado no es sinónimo de éxito ni de ser el mejor. Más bien al contrario, las investigaciones muestran que, por ejemplo en la escuela, estos alumnos fracasan más que el alumno medio y que, generalmente, rinden bastante por debajo de su capacidad cognitiva. En fin, que no suelen brillar por ser ejemplares, sino todo lo contrario. ¿Cómo podemos explicar esta aparente contradicción?

Aunque cada persona y cada caso son especiales, si intento generalizar diría que hay dos tipos básicos de causas: unas que provienen de cómo es la enseñanza en sí, de su rigidez frente a las diferencias del alumnado, y otras que están relacionadas con el equilibrio y el bienestar personales. Veamos:

1.- Por un lado, hay una cuestión de falta de concordancia entre las personas de alta capacidad y el sistema educativo. Las personas que son muy brillantes y creativas tienen, por ejemplo, una relación con el conocimiento más productiva que reproductiva, en la que se genera conocimiento más que repetir o utilizar el que ya existe: lo contrario a lo que el sistema académico pide. Además, son aprendices más rápidos, más inquietos, no les gusta la repetición, necesitan más desafíos e indagar en las materias con más profundidad. Es decir, ni aprenden igual que los demás, ni utilizan lo aprendido de la misma forma, ni tienen los mismos intereses ni motivaciones.

Los alumnos así no encuentran su sitio en nuestro sistema escolar o académico, no al menos de forma natural, no es un sistema que les ayude a expresar y a desarrollar sus capacidades (les permite expresar capacidades, las generales que se piden a todos, pero no las suyas). Por tanto,su especial potencialidad se convierte en obstáculo en lugar de ser una ventaja, ya que ven frenado su proceso de desarrollo; se ven frustrados por el sistema educativo cuando debería ser, justamente, todo lo contrario.

2.- Por otro lado, tenemos la cuestión del bienestar emocional. En general, cuando los niños (o las personas) no se sienten bien emocionalmente, el aprendizaje y el rendimiento se resienten, la persona no tiene motivación o no se siente capaz. Y en este ámbito, el emocional, los niños superdotados tampoco tienen ventaja. Considero que en tres aspectos:

a.- El primer aspecto está vinculado a lo comentado sobre la enseñanza. Es difícil sentirse bien con uno mismo, apreciado y valorado como estudiante, cuando ocurre el desajuste que se ha comentado en el punto anterior. El alumno siente que podría dar más, que podría hacerlo diferente y “mejor”, y que no se le valora realmente ni se desarrolla todo su potencial. Por tanto, si este es el caso, el vínculo emocional que se crea con lo académico no es positivo, ni estimulante ni motivador. Además, esto puede empeorar si sumamos la presión de las expectativas que genera el ser superdotado (si está identificado) referentes al éxito “obligado” que he comentado al principio.

b.- Otro punto es que no se sienten valorados ni reconocidos “tal como son”, pero no sólo en lo académico, también en los otros ámbitos, en lo social y familiar. Los niños aprecian que son distintos, con intereses, motivaciones, pensamientos y sentimientos distintos, no compartidos con los semejantes. Esta conciencia de ser distinto y no ser reconocido interiormente o íntimamente por los otros, ni tampoco verse reconocido en los otros, construye una concepción de sí mismo insegura, culpabilizadora, negativa emocionalmente.

Muchas veces, para sobrellevar la situación, se puede llegar a configurar un yo falso que permite a la persona una integración en el grupo mucho más fácil (por ejemplo, negando las altas capacidades, o adoptando un rol popular, como podría ser el de payaso o el de provocador). Pero esta estrategia integradora no deja de ser a costa de negarse a sí mismo, lo cual es muy perjudicial desde el punto de vista psicológico.

c.- A la vez, sufren los mismos problemas que puede sufrir cualquier persona, pero los sufren más, los viven con mayor sensibilidad e intensidad, ya que la capacidad de sentir, de emocionarse, de cuestionar, de reaccionar, y también la conciencia de sí mismo y del mundo que les rodea, son muy elevadas. Esto produce respuestas a las dificultades más intensas que en otras personas, además de problemas donde otros no los tienen (de conciencia, de justicia, de existencia…). A veces esta gran sensibilidad y capacidad de sufrimiento se camufla tras actitudes defensivas como agresividad, desprecio (por las cosas, o por personas o por situaciones), humor ácido o una racionalidad excesiva, e incluso volcándose en el estudio y el trabajo… pero estas actitudes no dejan de ser corazas que esconden e intentan evitar un sentir que hace daño.

Tampoco hay que olvidar que, y pensando más en los adultos, suelen ser personas empáticas y altruistas, seguramente por su alto grado de conciencia y sensibilidad, y que la competitividad fría y descarnada que nuestro sistema premia con el éxito, no es ni el tipo de éxito, ni la forma de conseguirlo, que ellos buscan.

Por tanto, para concluir, ser superdotado no sólo no es sinónimo de triunfo, sino que además hay factores que pueden explicar por qué no lo es, como hemos visto. Ser superdotado no es ser muy listo, es una diferencia personal importante que requiere ser detectada y atendida.

http://acpsicologia.com/2015/05/17/fracaso-de-los-superdotados-por-que/

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