El testimonio de un ludópata rehabilitado tras siete años de adicción: «Las salas de juego las quemaría todas»


MARTINA SÁNCHEZOVIEDO

El asturiano comenzó a jugar a la ruleta, lo que derivó en una enfermedad que le hizo mentir a su familia, jugarse todo su dinero y contraer deudas. A día de hoy se encuentra recuperado y resume que su vida fue «un infierno» y que «pedir ayuda es de valientes»

Los últimos datos que obtuvo la Dirección General de Ordenación del Juego en 2023 revelan que en España el 49,29% de la población admite haber jugado con dinero y en los grupos de mayor edad, la mayoría son presenciales o lo hacen solo a loterías. En Asturias, los resultados son que el 64,60% de la población en edad legal de participar en juegos de apuestas lo hacen y el 98,95% de ellos de manera presencial, notándose una prevalencia también por las loterías.

Dentro de esa población se encontraba Luis —nombre ficticio para preservar su anonimato — cuando con 46 años comenzó a jugar a la ruleta, algo que con el tiempo se convirtió en una ludopatía con la que vivió durante siete años. Actualmente hace memoria de su enfermedad, cómo afectó a su vida como persona, marido y padre, y concluye que es «un infierno, eso destroza vidas y familias». 

Además lamenta y asegura que socialmente no se tiene una percepción realista porque «la gente piensa que es un vicio, pero es una enfermedad». Recalca que tampoco hay conciencia sobre todas las formas que adopta una adicción al juego: «A un cuponero lo encuentras en la calle paseando, los décimos se compran en muchísimos sitios y muchísima gente echa la primitiva cada semana, para eso da igual que estés autoprohibido porque nadie te pide identificación». En su caso, si por ejemplo llegase a ganar un premio de Loterías y Apuestas del Estado «no podría cobrarlo, al pasar mi DNI saltaría la alarma», aclara. Ser jugador es muy común, pero la ludopatía es ser jugador compulsivo, «somos otra historia aparte», expresa.

En su caso empezó de manera casual, en su trabajo viajaba por muchos sitios de Asturias y comenzó a frecuentar locales de juego, lo que se convirtió en apostar «un poco en cada lugar», comenta. Luis dedicaba su dinero concretamente a la ruleta de manera presencial y casual, hasta que terminó en salas de juego «de esas que encuentras en cualquier barrio». A día de hoy observa que el problema llegó cuando en una tarde podía jugarse todo el dinero que tenía: «Si llevaba 1.000 euros, los gastaba enteros y si con eso ganaba otros 500, al final apostaba 1.500». Con el tiempo, cualquier cantidad se convertía en poca y recuerda que «terminaba jugando lo que fuese».

«Hay veces que juegas sin ganas, por impulso, no te controlas y no puedes parar», argumenta. En ese sentido, menciona que en ocasiones pensaba y se daba cuenta de que no podía seguir así, sin embargo, «estás tan absorto que te da todo igual». Hubo días en los que llegó a olvidarse pertenencias en las salas, como el teléfono o las llaves de casa, e incluso dinero sin jugar porque «es tanta la mierda que tienes en la cabeza que la pierdes».

Esta cantidad de gastos y pérdidas continuas conseguía esconderlas y justificarlas. En su hogar su pareja «nunca se fijó en las cuentas» y no faltaba dinero, pero el precio que pagaba era endeudarse con préstamos personales y otros ejemplos que prefiere no mencionar «para no dar ideas». A través de estos malabares económicos, los adictos al juego terminan volviéndose mentirosos profesionales y compulsivos, «unas máquinas del engaño, es inimaginable todo lo que te puedes inventar», en palabras de Luis.«Nos convertimos en unas máquinas del engaño, es inimaginable todo lo que te puedes inventar»Con respecto a estos engaños, recuerda especialmente el teléfono. Durante los siete años que duró su adicción activa no vivió con ninguna tranquilidad. Recuerda que «estaba todo el día pendiente del móvil porque a ver si me llama este que le debo dinero y lo coge mi esposa», su solución era mantenerlo en silencio y boca abajo, lo que resume como «un sin vivir». Actualmente vive sin prestar atención al móvil y sin preocupación de quién lo pueda ver: «Mi pareja me dice que me están llamando y a día de hoy le digo que lo coja sin problema y con el correo o el WhatsApp, lo mismo».

Fuente: la voz de Asturias https://www.lavozdeasturias.es/noticia/asturias/2024/03/24/testimonio-ludopata-rehabilitado-trassiete-anos-adiccion-salas-juego-quemaria-/00031711303769946422976.htm

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