Características del juego entre niños con autismo y sus padres 1


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Los niños con autismo suelen usar los objetos de forma repetitiva sin lograr desarrollar un juego creativo y simbólico. Estas dificultades en el juego se manifiestan también otras áreas donde lo “simbólico” es importante, como el lenguaje, las emociones y el desarrollo cognitivo y el comportamiento social. Por lo tanto, las intervenciones deben incluir tanto el desarrollo del juego simbólico como el del juego social.

Un padre u otra persona que entiende la capacidad de juego actual del niño, que lo acompaña en sus intentos por jugar y ofrece oportunidades para ampliar y elevar el nivel del juego puede lograr interacciones de juegos eficaces con él.

En las interacciones terapeuta -niño, aunque el método de enseñanza es aún objeto de debate (directiva vs no directiva), se han identificado una serie de características de las interacciones eficaces tales como: establecimiento de la atención conjunta, imitado de las acciones del niño, una estimulación apropiada y la atención correcta de la estructura del ambiente. En las interacciones entre padres e hijos, la relación entre los participantes se destaca con la capacidad de respuesta contingente, la sensibilidad, la calidez, el cuidado, los niveles adecuados de estimulación y previsibilidad por estar relacionados con los resultados más positivos para los. No obstante, los aspectos constructivos de interacción entre padres e hijos son similares a los descritos en las interacciones terapeuta – dirigidas. Sin embargo, cuando se trata de trastornos del espectro autista, recurrir a la enseñanza didáctica orientada o las interacciones que no se equilibran entre el adulto y el niño puede reducir las interacciones mutuamente sostenidas.

En el autismo la coordinación de la participación social se convierte en una de las estrategias más difíciles y los padres se vuelven más IMPORTANTES. Los padres de niños con autismo pueden tener más dificultades para alcanzar experiencias de juego divertidas e interacciones productivas debido a las limitaciones del  niño. Los niños con autismo tienden a centrar su atención por completo en el objeto sin la participación de otra persona en su juego. Además, los niños con autismo suelen tener un nivel de juego por debajo de su nivel cognitivo y lo que dificulta saber a qué pueden/quieren jugar. Los padres de niños con autismo tienden a jugar en un nivel demasiado alto de juego resultando períodos más cortos de conexión.

Un área que ha recibido relativamente poca atención se refiere a las estrategias específicas de los padres que sustentan la participación en el juego y las interacciones de juego conectadas. Una interacción entre padres e hijos, que incluye episodios de juego sostenido es fundamental para el desarrollo en los niños con autismo.

En general, los resultados de este estudio sugieren que cuando los padres dirigieron y sugirieron menos, pero jugaron en o justo por encima del nivel de juego del niño, la atención conjunta se sostuvo por períodos más largos. Para tener éxito, los padres deben ser conscientes del nivel en el que sus hijos están jugando, lo que puede estar por debajo de lo esperado para la edad cronológica del niño y la edad mental. Imitar las acciones del niño pueden extender la duración de la interacción. Por lo tanto, estas estrategias particulares son importantes para la aplicación de las intervenciones tempranas con los padres y sus hijos con autismo.

Aunque este estudio tiene ciertas limitaciones ( por ejemplo, los niños que participaron ya tenían un tratamiento muy intensivo) se suma a una creciente literatura sobre la importancia de las estrategias parentales específicas para facilitar el juego y la participación de los niños pequeños con autismo. Estos datos también deben ser útiles en el diseño de intervenciones específicas para las intervenciones eficaces mediada por los padres de los niños con autismo.

Fuente: www.biblioteca.brincar.org


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Una idea sobre “Características del juego entre niños con autismo y sus padres

  • M.Z

    “Todas las personas mayores han sido primero niños. (Pero pocos lo recuerdan).”

    Antoine de Saint-Exupéry en El Principito (1943)

    La forma más común de representar nuestra niñez en la mente es jugando, ¿cuántos juegos recuerdas que hacías cuando eras pequeño?…

    A partir del juego aprendemos a relacionarnos con los demás, diferentes formas de expresarnos y comunicarnos. Esta actividad de adapta de manera automática a nuestra zona de desarrollo actual, pues jugamos a lo que sabemos y sentimos. A partir del juego el niño expresa quién es, a partir del juego podemos conocerlo y encontrar hacia dónde se dirige su desarrollo. Los niños con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) son, antes que nada, simplemente niños por lo que no son ajenos a la actividad lúdica ni a la necesidad de relacionarse. En palabras de Rivière (1997): “No sólo tengo autismo. También soy un niño […] Me gusta jugar y divertirme, quiero a mis padres y a las personas cercanas, me siento satisfecho cuando hago las cosas bien. Es más lo que compartimos que lo que nos separa”.

    De acuerdo con Wing (1998), los niños con TEA “no desarrollan los juegos imitativos sociales y las actividades imaginativas del mismo modo que los demás niños” (p. 54). Los niños con TEA imprimen en la actividad lúdica las deficiencias en la comunicación e interacción social, los patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento; así como, en los casos que así se presenten, el déficit intelectual o el deterioro del lenguaje acompañantes. El juego está pintado de azul. La importancia del juego radica en que aparece en todo el espectro, así como que es de beneficio para todos los niños, por las sugerencias que se presentan pueden ser aplicadas para la atención educativa de todos los niños. Podremos adentrarnos en él para entender a nuestros niños, revisar la tintura que va pintando con los elementos centrales el juego en el autismo para reconocerla y, lo más importante, desvanecerla