10 mitos sobre el cerebro A pesar de que cada día conocemos más sobre el funcionamiento de nuestro cerebro, todavía queda mucho por descubrir. Sin embargo, existen algunos mitos alrededor de este órgano maravilloso que es necesario derribar.


cerebro
1. Usamos el 10% de nuestro cerebro
Falso. Usamos todo el cerebro, todo el tiempo. Si bien algunas áreas están más implicadas en determinadas funciones (por ejemplo, el hipocampo en la memoria, el área de Brocca en el habla) se sabe que el cerebro actúa todo junto y a la vez. En la película Lucy (2014), la actriz Scarlett Johansson ingiere una droga que le permite incrementar el uso de su cerebro siendo capaz de recordar absolutamente todo, no sentir dolor, desmaterializarse y más. Entonces, si llego a usar el 100% de mi cerebro, ¿me convertiré en una supercomputadora líquida? La verdad es que no amigo, vos ya estás usando todo lo que tenés.
2. Neuronas que no se usan se mueren
Falso. Esto solo se aplica para cerebros en formación. Durante el desarrollo se generan muchas más neuronas de las que efectivamente usaremos. En los primeros años de vida, algunas de ellas se conectarán siguiendo un plan genético determinado influenciado por el ambiente. Aquellas neuronas que no se conectaron con otras entran en apoptosis, una especie de «suicidio celular programado». En cerebros adultos, el mecanismo principal de cambio es la plasticidad sináptica, proceso mediante el cual se crean nuevas conexiones, se eliminan algunas, se refuerzan o debilitan otras. Si tenemos en cuenta que cada neurona recibe entre mil y diez mil conexiones sinápticas, las posibilidades de poda neuronal son interminables.
3. El acohol mata neuronas
Falso. Las neuronas no mueren por exposición al alcohol, aunque sí cambian su funcionamiento y conexiones. Más de una vez hemos oído que una noche de juerga puede dejarnos el cerebro como un colador. Lo cierto es que el alcohol actúa sobre distintos tipos de receptores presentes en las neuronas, cambiando el funcionamiento de las mismas. Esto produce desbalances en la comunicación neuronal y puede causar déficit cognitivo. La exposición al alcohol en ciertas etapas del desarrollo cerebral puede provocar retraso mental y cuadros muy complejos como el Síndrome Fetal Alcohólico.
4. El cerebro de los viejos ya no aprende
Falso. El cerebro es un órgano cuya estructura fina, las conexiones neuronales, es extremadamente plástica durante toda la vida. Esta capacidad de crear o cambiar las conexiones entre las neuronas se ha asociado a los procesos de memoria y aprendizaje. Y si bien esta plasticidad disminuye con los años, eso no significa que en la vejez ya no se aprendan cosas. Al contrario, aprender cosas nuevas es un muy buen ejercicio para el cerebro. Así que ya sabés, enseñale a tu abuelo a tocar la batería.
5. Escuchar música clásica nos hace más inteligentes
Falso. El mito proviene de algunas publicaciones donde se mostraba que escuchar a Mozart mejoraba el desempeño en algún test cognitivo. Muchísimos otros trabajos no encontraron ventajas cognitivas por escuchar música clásica. Sin embargo, tocar un instrumento mejora algunas funciones ejecutivas, la memoria y la atención. Podés escuchar a la Mona, Charly García, Chopin o James Blunt, pero no vas a rendir mejor en tus exámenes.
6. El tamaño del cerebro determina la inteligencia
Falso. Tener un cerebro más grande no necesariamente te hace más inteligente. La inteligencia no es dependiente de la cantidad de neuronas, sino más bien de las conexiones neuronales. Como explicamos antes, las evidencias sugieren que la plasticidad sináptica se relaciona con mejoras en la memoria y el aprendizaje. De hecho, el cerebro del delfín es mayor que el cerebro humano, y si bien los delfines son muy inteligentes, es más importante qué tipos de «diálogos» tienen esas neuronas en lugar de cuántas neuronas hay.
7. Usamos un hemisferio del cerebro más que el otro
Falso. Ha sido ampliamente difundido que las personas “lógicas y analíticas” utilizan más su hemisferio izquierdo y que los “creativos y artísticos” usan más el derecho. Estudios con imágenes de resonancias magnéticas muestran que usamos los dos hemisferios cerebrales por igual, y que ambos trabajan juntos y coordinados. Un ejemplo claro es el habla: si bien las áreas del cerebro implicadas en este proceso se encuentran preferentemente en el hemisferio izquierdo, es el hemisferio derecho el encargado de otros aspectos del lenguaje, como la entonación y el énfasis. O sea que si te encanta pintar paisajes y sos aficionado a las matemáticas, ¡no sos la oveja negra del rebaño!
8. El cerebro está inactivo mientras dormimos
Falso. El periodo de descanso es uno de los más necesarios del día. Pero esto no implica que el cerebro “se desconecte”, sino que aprovecha esas horas de sueño para llevar a cabo funciones que consumen mucha energía y que no podría realizar cuando estamos despiertos prestándole atención a nuestras actividades cotidianas. Recientemente se descubrió que, mientras dormimos, el cerebro aprovecha para “limpiar” aquellas sustancias de desecho que fueron generadas durante el día, se consolida la memoria y se “debilitan conexiones neuronales que tuvieron lugar para que las neuronas estén ‘listas’ para empezar un nuevo periodo de vigilia”. Acordate cuando vayas a la cama esta noche, ¡tu cerebro nunca descansa!
9. Las neuronas no se regeneran
Falso. Hasta no hace mucho tiempo, la evidencia indicaba que las neuronas que se perdían no podían regenerarse. Hoy se conoce que existe “neurogénesis”, o sea, el nacimiento de nuevas células en el sistema nervioso adulto. Pero no es algo que ocurra a gran escala sino preferencialmente en el hipocampo, el bulbo olfativo y el epitelio olfativo. Recientemente se ha observado que también ocurre en distintas zonas de la corteza cerebral de monos. Quizás con nosotros ocurra lo mismo, ¡al fin y al cabo somos bastante similares!
10. Las mujeres tienen un sexto sentido
Falso. Siempre se ha dicho que las mujeres tienen una especie de “intuición femenina” o “sexto sentido”, lo que las define como criaturas esencialmente empáticas, telépatas, expertas en gestualidad, escrutadoras de los estados emocionales y demás. Sin embargo, lo que se cree es que poseen la capacidad de entender mejor ciertas situaciones que para un varón pueden pasar desapercibidas. Esto puede deberse a que las mujeres usan mayormente la empatía, es decir, responder de manera adecuada en una situación infiriendo el estado mental, los sentimientos de las personas intervinientes. Los hombres suelen sistematizar, esto es, descifrar la mecánica de un sistema infiriendo las reglas que lo dominan. Quizás gracias a este “lenguaje” que las hace más sensibles y susceptibles pueden “leer y entender” gestos y señales, percibir mejor las cosas y estar más pendientes de los que las rodean.

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