Se acercan las fechas de exámenes. No viene mal recordar algunas orientaciones para los días y las horas anteriores a la prueba.


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El examen es mañana. Estás nervioso, porque te juegas mucho. Seguro que cae alguna pregunta el tema 10 y tienes fechas que repasar. Y admites que aún no dominas el tema 5. El reloj marca las 23.30 y tienes toda la noche por delante. ¿Es mejor estudiar o dormir? Si le preguntas a un neurocientífico no hay duda: mejor dormir. La memoria funciona mucho mejor tras una noche de descanso que después de todo un día despiertos.

De hecho, todo lo que estudias el día anterior a una prueba académica solo se consolida y se archiva de forma duradera y estable una vez que te vas a la cama. Se debe a que, mientras dormimos, lo que hemos aprendido durante el día se transfiere del hipocampo, el almacén temporal de información del cerebro, a la corteza prefrontal, con más capacidad. El hipocampo se comporta como una bandeja que se llena relativamente pronto, por lo que es necesario vaciarlo cada cierto tiempo para poder seguir incorporando datos. Por el contrario, la corteza prefrontal funciona como ‘archivo definitivo’ (memoria a largo plazo). De esto se deduce que estudiando 24 horas de forma ininterrumpida nuestra memoria no puede rendir y se colapsa.

¿Pero cuántas horas de descanso se recomiendan para rendir en el examen? Un estudio belga reciente estimaba que lo óptimo es dormir siete horas. De hecho, dormir seis horas o menos reduce la nota en 1,7 puntos (para una puntuación máxima de 20) en comparación con quienes descansan siete horas.

Por otra parte, experimentos recientes demuestran que dormir una siesta de noventa minutos ayuda a asimilar conocimientos, precisamente porque la cabezacita deja espacio para nueva información. Pasar la noche en vela antes de un examen es completamente ilógico porque, según han calculado Matthew Walker y sus colegas de la Universidad de California, reduce la capacidad de asimilar conocimientos en casi un 40%.»Dormir no solo corrige los errores que se producen en la vigilia sino que, a un nivel neurocognitivo, nos lleva más allá de donde estábamos antes de descansar».

Durante el resto del curso académico, cuánto dormimos también influye en el rendimiento. Concretamente, un estudio de la Universidad Brigham Young demostró que los resultados de los estudiantes de 16 a 18 años de edad son óptimos cuando duermen siete horas. Es más, si en lugar de siete horas dedican nueve a planchar la oreja, su productividad empeora ligeramente. Por lo tanto, no se trata de dormir cuanto más mejor, sino de descansar exactamente lo que el cuerpo necesita.

A esto se le suma que la ciencia ha revelado otro truco interesante para sacar nota en los exámenes: conviene estudiar la información más nueva o la que más necesitamos memorizar justo antes de meternos en el sobre. Investigadores de la Universidad de Notre Dame (Francia) han demostrado que los datos que se memorizan antes de dormir son los que el cerebro mejor consolida, y por lo tanto los que menos se nos olvidan.

Fuente: www.heraldo.es

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