No dar un paso adelante no significa dar un paso atrás


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No dar un paso adelante no significa dar un paso atrás

Hace tiempo que como psicóloga decidí centrar mi trabajo más en los cambios que la gente quería afrontar que en las grandes enfermedades psicológicas. Hay psicólogos a los que les motiva trabajar con los trastornos de la personalidad o las psicosis, y a mí lo que me motiva es la ansiedad, el deporte y los cambios.

Me gusta la gente que quiere salir de su zona confortable, que desea aprender, ser mejor, más competitivo, más tranquilo, mejor comunicador, más romántico, lo que sea, en definitiva, cambios.

Cuando una persona decide emprender un cambio lo primero que necesita es motivación. Todos aspiran a algo, siempre hay una meta que alcanzar. Pero entre el inicio del cambio y la meta, hay pasos, es imposible cambiar un hábito dañino por otro saludable de un día para otro. Así que cualquier cambio necesita tiempo y paciencia.

Imagina que has decidido dejar la vida sedentaria para empezar a practicar algo de ejercicio. Es uno de los cambios más deseados. Al margen de todo lo que te pueda aconsejar un licenciado en INEF o CAF, la actitud que tomes con tu objetivo es parte de tu éxito.

Al principio la motivación es alta, estás decidido y empiezas a dar pasos, pero no siempre se cumple tu plan con la continuidad que a ti te gustaría. A veces tienes otras prioridades, excusas u otros motivos reales. Muchos son los que se enfadan con ellos mismos y se machacan haciéndose comentarios del tipo “no eres perseverante, siempre terminas por abandonar, ya estás fallando otra vez, te puede la pereza”. Y la conclusión cuando les pregunto que cómo les va, que cómo van los avances la respuesta es: “estoy dando pasos atrás”.

Pensar que estás dando pasos atrás es una distorsión. Porque como mucho, estás dónde estabas al inicio, no haciendo nada, pero eso no es un paso atrás. Y ni siquiera eso, ya que todo lo que llevas trabajado es más que no haber entrenado nada. No dar un paso adelante no significa retrocederlo. Pero solemos ser mucho menos condescendientes con nuestros errores que con nuestros logros. En lugar de presumir, disfrutar y engrandecer todos los días que sí has salido a entrenar y te has esforzado, solo resaltas el día que te quedaste para culparte diciendo que has dado un paso atrás.

Stop al machaque. Cuando pienses que no has estado a la altura de tu objetivo, solo tienes que:

¡Stop al machaque!

1. Aceptarte y no juzgarte: “Sí, lo sé, no he ido a mi clase de spinning. No es lo que me hubiera gustado, pero eso es lo que he decidido. Punto. Haber tomado esta decisión no dice nada de mí, solo es una decisión”.

2.  Anímate. Si un amigo tuyo te llamara y te dijera “vaya, hoy no he salido a correr, mira que me había prometido que lo haría toda la semana, pero es que soy un vago redomado”, tú, ¿qué le dirías? Imagino que no contestarías algo del tipo “vaya, cómo has sido capaz, no tiene nombre, pero bueno, ¿y así pretendes tú ser consecuente con tus objetivos? Pues vaya forma de echarlo todo por la borda la primera semana. Si es que eres un desgraciado”.

Suena cómico, ¿verdad? Porque jamás le diríamos esto a un amigo, a tu pareja o a tus hijos. Haríamos todo lo contrario. Trataríamos de resaltar su afán de superación, de decirle que no pasa nada y que se prepare con ganas para correr mañana. Y además, haríamos algún comentario del tipo “jo, yo ni siquiera me lo he planteado, tú eres una máquina solo por haber empezado”.

¿Por qué no te tratas a ti mismo igual de bien que tratarías a los demás? , ¿acaso no mereces un trato motivador por tu parte?, ¿machacarte te hará crecer o sentirte un miserable?

Valora tus logros, piensa en lo bien que te hacen sentir y date una licencia cuando no cumplas. Al fin y al cabo tú has elegido el cambio, tú eres tu director de orquesta. No te irá mejor si te sientes mal cuando no cumples con un día de entrenamiento.

3. Piensa en cuál hubiera sido una alternativa posible. Me refiero a que centres tu atención en buscar una opción para que la próxima vez que flaquees, tu cerebro sepa qué hacer o qué pensar.

"Pónselo fácil a la mente y prepárala para los baches"

Nuestro cerebro tiende a los hábitos, es lógico, le ahorran energía. Pero si nos preparamos para las dificultades con las que vamos a tropezar y las asociamos a soluciones, será más fácil salir del paso. De no tener alternativas lo lógico es volver al hábito anterior, el sedentarismo. Es lo que conoces, lo cómodo y a lo que estás habituado. Pónselo fácil a la mente y prepárala para los baches.

Escribe algo como “en el caso en el que tenga pereza”… “empezaré con lo fácil, me pondré la ropa de deporte y solo saldré a caminar…y si el cuerpo luego me pide más, igual corro”. Si te planteas hacer algo distinto o hacer un mínimo, una vez en el ajo puede que te animes a más. Si te quedas, no harás ni el mínimo, ni nada.

Y no salgas pensando, “venga, vamos a ver si hoy aguanto”. No, es mejor decirte, “venga, a ver cuánto lo disfruto”.

Fuente: blogs.sportlife.es

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